Nota escrita por Felipe Morris, publicada hoy en el diario Gestión. Revisa la versión original aquí.

Nota escrita por Felipe Morris, publicada hoy en el diario Gestión. Revisa la versión original aquí.


En los últimos días se ha armado un pandemonio en las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) por las largas colas de afiliados que están yendo a solicitar información o a llenar las solicitudes para que los mantengan en comisión por flujo. Es obvio que la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) ha hecho bien en ampliar el plazo hasta el 31 de mayo del presente año para permitir que la gente opte por el esquema que crea más conveniente, particularmente porque es una decisión complicada y la gente no está adecuadamente informada. Que el nuevo sistema de comisión mixta empiece el 1 de abril o el 1 de junio no hace mucha diferencia y daría más tiempo a los afiliados a tomar una decisión informada.

Sin embargo, hay dos problemas más importantes con la reforma de las comisiones que nadie está discutiendo. Uno de ellos es que la reforma obliga a los nuevos afiliados a ingresar a la comisión mixta y no les permite optar por la comisión por flujo. Esto no es justo para los nuevos afiliados, que no tienen la posibilidad de escoger, como sí la tienen los antiguos y, peor aún, como la mayoría de ellos van a ser personas jóvenes, los obliga a ingresar al sistema de cobro de comisión que menos les conviene. Todos los especialistas financieros y economistas coinciden en que los afiliados jóvenes deberían optar por la comisión por flujo. ¿Por qué obligarlos a migrar a la comisión por saldo? ¿Por qué los afiliados antiguos tienen libertad de elección y los nuevos afiliados no? Si yo fuera un trabajador joven que recién ingreso a la fuerza laboral, no tendría la menor duda en elegir la comisión por flujo.

Por otro lado, le guste o no a la SBS o a algunos congresistas, la realidad es que hay un número alto de afiliados que está optando por la comisión por flujo, lo que implica que van a coexistir los dos sistemas de cobro, al menos durante los próximos treinta años. Para asegurar que exista competencia entre los dos sistemas de cobro y que las variaciones en las comisiones ocurran en ambos, beneficiando a los afiliados que optaron por cualquiera de los dos, es indispensable que los afiliados se puedan mover cuando lo deseen entre uno y otro esquema.

En conclusión, se debe plantear una pequeña reforma a la ley del sistema privado de pensiones para: (i) permitir que los nuevos afiliados puedan decidir si quieren comisión por flujo o por saldo, y (ii) permitir que los afiliados puedan migrar de un sistema a otro cuando lo deseen. No hacerlo implica ir contra los derechos de los afiliados, al impedirles optar por el esquema que más les conviene cuando lo deseen y, lo que es peor, no permite una sana competencia entre ambos sistemas de cobro.