Columna escrita por John Aurthers, publicada hoy en el suplemento Economía de El Comercio. 

Columna escrita por John Aurthers, publicada hoy en el suplemento Economía de El Comercio. 


El mundo enfrenta una crisis energética. Ese es un punto de vista común. Se espera que la demanda total de energía aumente hasta en un 30% en los próximos 25 años. Las preguntas más difíciles son qué se debe hacer al respecto y quién puede ganar dinero con ello. Hasta ahora, la respuesta es  obvia: se ha producido un aumento de la oferta, en gran parte debido a la explotación de gas de esquisto en EE.UU.

El impacto del esquisto se puede ver en los precios sorprendentemente bajos del gas natural en EE.UU. Ha enriquecido a los que invirtieron en las compañías pioneras del sector. Por ejemplo, las acciones en Continental Resources, uno de los principales operadores en esquisto, subieron siete veces más desde el punto más bajo en el 2008.

También se han beneficiado los operadores de infraestructura y de las tuberías necesarias para llevar los nuevos flujos de combustible en Estados Unidos. Este sector está controlado por las llamadas sociedades de responsabilidad limitada (MLP, por sus siglas en inglés), que tienen la ventaja adicional para los inversores en el entorno actual de pagar un alto rendimiento.

El Alerian MLP Index, el índice de referencia ampliamente aceptado  en el sector, se ha triplicado desde su baja en el 2008 e incluso ha aumentado en 30% desde su máxima en el 2007. Debido a que su rendimiento es más del doble que el del S&P 500, su popularidad podría ser duradera.

 Sin embargo, estos cambios demuestran que la primera conmoción por el esquisto ya se encuentra en el precio y no está claro cuáles serán los siguientes pasos. La especulación sobre que EE.UU. podría convertirse en un exportador neto de energía no es una fantasía, pero aún puede ser algo prematuro.

Otros países podrían tratar de explotar sus recursos de esquisto a una escala similar, Rusia sería el más probable en dar el primer paso. Tiene una cultura como productor de energía, espacios abiertos, esquisto en abundancia y un sistema político que puede eliminar objeciones ambientales. China y Brasil también son posibles candidatos. Una Europa occidental con mayor densidad de población, con menos esquisto y un ambientalismo más arraigado, es el menos probable en seguir el ejemplo.

Este repentino aumento de la actividad ha disminuido el temor de que se había llegado a la producción “pico del petróleo”, un temor de moda durante la subida de precios hace cinco años. Pero existe un límite de hasta dónde se puede aumentar la oferta y hasta dónde pueden llegar los límites políticos y económicos con respecto al daño ambiental que puede tolerarse.

Las apuestas populares a favor de las tecnologías alternativas de energía ahora ya no tienen apoyo. Por ejemplo, la producción de etanol produjo un aumento en los precios de commodities agrícolas. Esto nos lleva a una nueva teoría, que los próximos cinco o diez años estarán dedicados a mejorar la eficiencia energética. Por lo menos, es el argumento de Sarbjit Nahal del Bank of America Merrill

Lynch en un exhaustivo ejemplar de 196 páginas que tiene como objetivo orientar a los inversores de capital sobre de la ‘megatendencia’ de eficiencia energética y podría tener mucho sentido.

Nahal divide la eficiencia energética entre los distintos sectores económicos. El sector transporte es el más importante, pues representa la mitad de uso de combustible líquido en el mundo y debido al consumo de un 60% más en el 2035. Durante los próximos cinco años aproximadamente, habrá un margen limitado de sustitución del petróleo. Eso significa que los mayores beneficiarios serán los operadores de ferrocarriles, ómnibus y transporte ligero, así como sus fabricantes.

La mayor presión vendrá de China y la India, que se proyectan a representar el 60% de la demanda adicional durante el próximo cuarto de siglo.

Ambos tienen capitales ya ahogados por la contaminación. Estos países son una buena opción para invertir en maneras de lograr que el uso de su energía sea más eficiente.

Mientras tanto, el consumo de energía en EE.UU. sigue siendo un 60% más que en cualquier otro país de la OCDE. El esquisto les ha dado tiempo pero la necesidad de reducir el uso de energía le obligará a tener una mayor eficiencia, señala Nahal. Indica que EE.UU ajustó los estándares de economía de combustibles para autos el año pasado, lo que fue una buena noticia para las compañías involucradas en la producción de motores pequeños y neumáticos de bajo consumo de energía.

El tema se desarrolla en toda la economía. Las construcciones son importantes. Las empresas de alta tecnología gastan fortunas manteniendo la temperatura baja en sus centros de datos, así que tal vez los fabricantes de aire acondicionado se beneficiarían si volviesen sus máquinas más eficientes en el consumo de energía, los semiconductores más eficientes podrían reducir el uso de energía en los dispositivos y la iluminación podría consumir menos combustible. Las empresas que podrían tener éxito, según la opinión de Nahal, incluyen nombres contrarios a la intuición como Kone, el fabricante de ascensores, así como nombres más lógicos como BorgWarner, un fabricante de herramientas de eficiencia de combustible para autos, o Delta Electronics, un fabricante taiwanés de productos para mejorar la eficiencia energética de los equipos informáticos.

¿Quiénes serán los ganadores? Las tendencias de este tipo son ‘mega’, no solo por su tamaño sino también por el tiempo que demoran en desarrollarse. Los ganadores tal vez no existan todavía –invertir en una megatendencia de Internet antes de que Netscape saliera a bolsa hace dos décadas requirió lanzarse a la piscina antes de que existieran Google o Facebook.

Pero el alboroto alrededor de que el esquisto ha avanzado y que los precios del petróleo permanecen altos es señal de que hay dinero por hacer. La próxima tendencia bien podría centrarse en mejorar la eficiencia.