Por: Rod Beckstrom

(06-Ene-2014).-

Por: Rod Beckstrom

(06-Ene-2014).-
Hemos creado un mundo digital cuya vastedad excede nuestra comprensión. Como medida de su magnitud, basta pensar en esto: en 2012, con el nuevo sistema de direcciones de internet (IPv6), se crearon más de 340 sextillones (3.4 x 1038) de direcciones, es decir, alrededor de 4.8 x 1028 direcciones por cada persona que hay en la Tierra. Eso debería bastar para los 5 mil millones de dispositivos que en este momento se conectan a internet y los 22 mil millones que se prevé que estén en uso en 2020.

Lo difícil en esta explosión de conectividad no es el desarrollo de capacidad, sino cómo gestionarla. ¿Deben todas las personas estar permanentemente conectadas a todo? ¿Quién es el dueño de tales o cuales datos? ¿Cómo corresponde hacer pública la información? ¿Puede y debe regularse el uso de los datos? Si la respuesta es afirmativa, ¿de qué manera? Y en la solución de todas estas cuestiones, ¿qué papel les corresponde al gobierno, a las empresas y a los usuarios comunes de Internet?

Son preguntas que no podemos seguir ignorando. Como se señaló en un reciente debate del WEF: "Cuanto más conectados estamos, a más privacidad renunciamos".

Para garantizar la seguridad en internet, los implicados deben establecer algún sistema de gobernanza. Organismos como la Corporación para la Asignación de Nombres y Números en Internet deben tener un alcance mucho más global.

Pero debemos cuidarnos de un exceso de regulación o control gubernamental. Para ello sería necesario eliminar gradualmente la Autoridad de Asignación de Números de Internet.

Un exceso de control asfixiaría la innovación, elevaría los costos y probablemente excluiría importantes voces antisistema. Lo ideal sería establecer un sistema diversificado de administración con una multiplicidad de participantes, entre ellos, las empresas.

A las empresas se las presiona para que desarrollen modelos de negocios en internet que protejan, en vez de explotar, la información privada de los usuarios. En particular, estos quieren que las empresas dejen de presentarles contratos de servicio enmarañados y llenos de tecnicismos legales que los confunden con el fin de extraer y vender sus datos.

Un modo de limitar abusos sería que toda autorización para el uso de datos deba regirse por contratos legales y sociales específicos. Una idea que propone el experto en ciencias de la información Marc Davis es elaborar un "contrato de servicio" estándar, fácil de entender, en 7 artículos, que dé a la gente el control de sus datos personales. Otra es ofrecer a los usuarios un menú predefinido para que indiquen cuánta información están dispuestos a compartir.

Pero la confianza no tiene que ver nada más con la regulación. Las empresas deben introducir tecnologías y hacer negocios que ganen la aprobación de sus clientes y preserven su confianza.

La hiperconectividad no sólo crea nuevas oportunidades comerciales, también cambia la visión que la gente común tiene de sus propias vidas. El denominado "síndrome del miedo a perderse algo" refleja los temores de una generación más joven que siente necesidad de capturar al instante todo lo que hacen y ven.

Irónicamente, esta hiperconectividad aumentó nuestra insularidad, ya que vivimos cada vez más a través de nuestros dispositivos electrónicos. Los expertos en neurociencias creen que esto incluso puede haber cambiado el modo en que nos relacionamos en el mundo real.

La cuestión central es la necesidad de garantizar que la gente pueda conservar o recuperar cierto nivel de control sobre sus identidades virtuales. Nuestra prioridad ha de ser construir un modo de vida digital que refuerce nuestro sentido de la ética y los valores, y en el que la seguridad, la confianza y la equidad sean elementos centrales.

Rod A. Beckstrom es asesor principal de Samsung Electronics (EU) en temas de seguridad y presidente del Consejo para la Agenda Global del Futuro de Internet en el Foro Económico Mundial.

Traducción: Esteban Flamini. Diario Reforma.