El problema más grave y urgente aparentemente está constituido por la amenaza de las excavaciones efectuadas sin control, con fines de lucro. Esta plaga está adquiriendo proporciones cada vez más alarmantes, como puede notarse incluso, por las informaciones de los medios masivos de comunicación.

El problema más grave y urgente aparentemente está constituido por la amenaza de las excavaciones efectuadas sin control, con fines de lucro. Esta plaga está adquiriendo proporciones cada vez más alarmantes, como puede notarse incluso, por las informaciones de los medios masivos de comunicación. Las excavaciones clandestinas no solo son causa de una rápida e irremediable destrucción de yacimientos arqueológicos, sino que atacan aún  la naturaleza misma de la investigación científica.

                Se trata de un tipo de excavación completamente extraño a las finalidades y a los métodos de la arqueología moderna, pues está concebida exclusivamente en función de la recuperación de objetos que poseen valor venal, recogidos en el mayor número y en el menor tiempo posibles, lo que trae como consecuencia la pérdida a veces total, de los datos de yacimiento, de asociación y todo otro elemento utilizable para la valoración ambiental y cronológica de los hallazgos además del abandono de huesos humanos –como puede observarse en numerosos yacimientos saqueados inmisericordemente por los ladrones de tumbas-  y objetos fragmentados, o juzgados sin importancia para los fines comerciales, a lo que debemos agregar el ocultamiento y la dispersión de las cosas halladas.

                Es evidente que este desastroso fenómeno resulta una amenaza al patrimonio arqueológico en sus valores esenciales, no tanto como objetos materiales sino sobre todo como testimonios históricos y portadores de valores estéticos e históricos. Es oportuno insistir en que se trata de la pérdida irreparable del conocimiento histórico, que es menos familiar a la opinión pública. Lamentablemente sabemos que, de año en año, mes en mes, conocimientos históricos de gran importancia se pulverizan bajo la lampa y el pico de los ladrones de tumbas, que muchas veces por precios irrisorios, operan al servicio de una amplia red de especuladores internacionales.

                La despiadada obra del hombre actual está rápidamente borrando  lo que había sido conservado tanto tiempo. Por ello el Estado debe intervenir decididamente, a fin de corregir esta situación, incluso con medidas de absoluta emergencia. Los remedios deberán ser estudiados en sus causas a fin de adecuar leyes, disposiciones administrativas y medios financieros para su definitiva solución.

                Podemos distinguir, en primer lugar, los siguientes aspectos que determinan esta situación:

Jurídico: La facultad exclusiva –o casi- del Estado para ejecutar excavaciones              arqueológicas en todo el territorio nacional, o la de conceder autorización para hacerlo, con la consiguiente casi exclusión de toda iniciativa de investigación privada; la pertenencia al Estado de todas las cosas encontradas por excavaciones o descubrimientos fortuitos; el control vinculante sobre los bienes arqueológicos en manos de particulares que sean notificados y la prohibición de exportación de todo objeto de interés arqueológico, en contraste con la “presunción”, sin control o licencia del Estado que, de otro lado, tiene el derecho de prelación;

Económico: En el creciente interés de los bienes arqueológicos por parte del mercado del anticuariado nacional e internacional:

Sociológico: Al aumentarse el conocimiento y la accesibilidad a los yacimientos arqueológicos, especialmente como consecuencia del desarrollo  de la viabilidad, de los trabajos agrícolas y la disponibilidad de mano de obra local, experta o no, orientada a actividades ilícitas, lo que se acrecienta por la desocupación o la escasa ocupación, especialmente de los campesinos, en la contingencia actual:

Psicológico: el general espíritu de oposición y reacción a las imposiciones burocráticas y fiscales, lo que crea una atmósfera de benevolencia y, aún de connivencia, en torno a los actos ilícitos considerados no muy distintos a la evasión fiscal o el contrabando.

Educativo: La falta de información a través de la educación y la ausencia de una conciencia de la verdadera naturaleza y gravedad del daño provocado por las excavaciones incontroladas, así como por la ocupación indebida de los terrenos que fueron base de necrópolis y construcciones de diverso orden en tiempos anteriores.